Un nuevo documental de Netflix vuelve a poner bajo la lupa el crimen que estremeció a la Argentina. A través de testimonios inéditos desde la cárcel, seis de los condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa relatan cómo viven hoy, qué recuerdan de aquella noche y cómo enfrentan las consecuencias irreversibles de sus actos. Una producción tan incómoda como necesaria que reabre el debate sobre violencia, justicia y arrepentimiento.
Netflix volvió a poner en agenda uno de los episodios más dolorosos de los últimos años con el estreno de 50 segundos, la serie documental que abre una ventana incómoda —y por momentos brutal— a las voces de seis de los ocho jóvenes condenados por el asesinato de Fernando Báez Sosa. Lo hace revisitando la tragedia ocurrida en Villa Gesell en el verano de 2020, pero también adentrándose en el presente de los protagonistas, hoy tras las rejas.
A lo largo de tres capítulos, la producción combina testimonios desde el penal de Melchor Romero, reconstrucciones y material inédito para mostrar no solo cómo se gestó el ataque, sino cómo conviven hoy con la condena que cambió sus vidas para siempre. El resultado es un relato crudo que invita a reflexionar sobre la violencia, la responsabilidad y las consecuencias irreversibles de una decisión.

Máximo Thomsen —considerado uno de los responsables principales— aporta uno de los relatos más polémicos del documental. Reconoce la vergüenza de los primeros días en prisión, su necesidad de enfrentar a su familia con la verdad y una versión confusa de la noche del ataque, atravesada por el alcohol y el caos. La reconstrucción de su relato expone un intento de contextualizar, sin lograr borrar la gravedad de los hechos.
Los hermanos Pertossi también profundizan en el impacto emocional que el juicio generó en sus familias. Luciano asegura que “se los juzgó por otro lado” y que el proceso marcó a todos a su alrededor, mientras que Ciro describe la condena como algo sellado de antemano. Ambos muestran arrepentimiento y una mirada hacia atrás que parece llegar demasiado tarde.
Enzo Comelli aporta quizá la frase más contundente del documental: “Estoy muy arrepentido. Y me voy a arrepentir siempre”. Su testimonio revela el peso psicológico de una cadena perpetua y de un acto que definió su vida.

Por su parte, Blas Cinalli y Ayrton Viollaz —ambos con condenas de 15 años— reflexionan sobre la violencia, el entorno familiar y las horas previas al crimen, describiendo una madrugada atravesada por el alcohol y la inconsciencia. Ambos hablan también de futuro, intentando proyectarse más allá de la cárcel, aunque las consecuencias del hecho sigan marcándolo todo.
50 segundos no busca absolver ni justificar. Tampoco pretende explicar lo inexplicable. Ofrece, en cambio, un acceso directo al interior de una historia que sigue doliendo y que continúa interpelando a una sociedad entera.
Una producción incómoda, necesaria para entender —sin olvidar— uno de los casos más conmocionantes de Argentina.



