Una usuaria de Instagram mostró que, tras abonar esa suma por la temporada en la costa atlántica, debe pagar $50.000 adicionales por día para usar una sombrilla junto a la pileta. Su video generó repercusión nacional y expuso la fuerte suba de precios en los servicios playeros, donde un paseo de 15 minutos en banana cuesta más que alquilar una casa por día.
Melisa Gesquire, abogada argentina radicada en Los Ángeles con cerca de 40.000 seguidores en Instagram, se convirtió en la protagonista inesperada del debate sobre los precios en la costa marplatense. Su video mostrando el pago de $50.000 extra para utilizar una sombrilla al lado de la pileta —tras haber abonado $3 millones por la carpa de temporada— se viralizó en cuestión de horas y ahora los turistas la reconocen y saludan en el balneario.
«¡Por el amor de Dior, los precios dan miedo!», expresó Gesquire al compartir las imágenes que documentan el momento del pago. La influencer, que habitualmente comparte vivencias personales y contrastes culturales entre Argentina y Estados Unidos, no imaginó que su posteo sobre las tarifas en Mar del Plata generaría semejante repercusión.
Según el Colegio de Martilleros de Mar del Plata, los valores promedio para turistas en temporada alta varían según el tipo de alojamiento. Para una familia de cuatro integrantes, un departamento semanal oscila entre $470.000 y $800.000, mientras que las carpas en balnearios de zonas como Punta Mogotes tienen un costo semanal que va de $735.000 a $850.000, registrando los picos más altos en enero.
La situación se vuelve más llamativa al comparar los precios de los servicios recreativos con los del alojamiento. A partir del 1 de enero, el tradicional paseo en banana en Punta Mogotes cuesta $30.000 por persona, lo que significa que quince minutos de adrenalina en el mar resultan un 20% más caros que alquilar por día una casa de tres ambientes en el Bosque Peralta Ramos, una de las zonas residenciales más exclusivas de la ciudad.
«Es una distorsión total. Por lo que nos sale subir a los cuatro a la banana, pagamos el día de la casa y todavía nos sobra para el carbón del asado», comentó un turista consultado en la zona de balnearios, sintetizando el desconcierto que genera esta brecha de precios.
La explicación detrás de esta diferencia radica en las dinámicas del mercado turístico. Mientras los alquileres temporarios han debido ajustar sus pretensiones para garantizar la ocupación en un contexto de consumo cauteloso, los servicios a pie de playa —muchos de ellos dolarizados por el costo de insumos y mantenimiento de embarcaciones— aplican aumentos estacionales que se alejan del promedio de los salarios argentinos.
Esta tendencia marca el perfil de la temporada 2025: un turismo que selecciona minuciosamente cada gasto y que empieza a considerar los «gustos» playeros como un lujo ocasional durante las vacaciones, reservado para una sola vez en toda la estadía.






